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miércoles, 14 de marzo de 2012

La felicidad en la música

 Relámpagos... truenos... rayos. Rayos, truenos y relámpagos... Aquéllos rayos parecían un efecto adicional al espectáculo. Parecían hechos a medida para el show, pero era solo obra de la naturaleza. Como también este hombre, un hombre con una mentalidad brillante, capas de escribir semejante obra, y no solo eso... hacer un show de 2 horas increíblemente brillante. Como solo un inglés podría llevar a cabo.
 La verdad, antes de ir, leía y oía comentarios sobre este show. Todos con unanimidad de que el show era increíble. Tenía expectativas, muchas, muchísimas... Pero jamás me imagine que fuera tan así. Sí, es increíble, pero increíble es poco. Todavía no se inventó la o las palabras que describen a tal bestialidad. Y nunca se inventaran, porque es algo que, por más buen redactor que seas, no podes describir...
 Empezando por la música, que es hermosísima, uno de los mejores discos en la totalidad de la historia de la música. Desde que comencé en este maravilloso mundo de la música, jamás imagine que podría ver y escuchar en vivo este disco entero interpretado por la cabeza maestra que lo creó. Pink Floyd era una de esas bandas que amo su música pero que sabía que jamás iba a ver en vivo sus canciones interpretadas por algún miembro de la banda.
 Y bueno... ¿Qué decir de lo que es el espectáculo? Un despliegue impresionante, desde el muro y su proyección en un terrible HD, pasando por el avión, los fuegos artificiales, los muñecos del profesor, la madre, el chancho volador, todo. Impresionante. Una vez más, experimenté la felicidad plena. Esa que muy pocas veces se siente al 100% en los días cotidianos, y una vez más gracias a la música.
 Un amigo de mi mejor amiga le dijo que lloró todo el recital, para ser sincera, al comienzo no lloré... La felicidad y mi sonrisa pudieron más que las lágrimas. Durante la primera parte, mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no llegaron a soltarse. Estaba más allá de eso, como en un sueño, de esos sueños hermosos. Cuando promediábamos el intermedio, si, algunas de esas lágrimas que querían salir, salieron. Solo algunas. Luego, durante la segunda parte, todas las lágrimas que querían salir, y algunas que no conocía, pudieron soltarse libres y sin ningún temor. Momento cumbre: ‘Comfortably Numb’ y ‘The Show Must Go On’, ese par fue el preferido de mis lágrimas.
 Sin más palabras que mediar, simplemente decir que fue lo más hermoso que vi en mi vida y que valió la pena cada centavo que se pagó de la entrada. Pasamos, junto a mi papa, un momento que jamás olvidaremos en nuestras vidas.
 Gracias Pink Floyd por existir, no se quien me tranquilizaría si no fuera por ustedes...



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